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LITURGIA de las HORAS 2 - Oficio de Lecturas - Salmodia - Viernes de la 2a semana





LITURGIA DE LAS HORAS


11 de enero, feria
Oficio de Lecturas
Salmodia y Lecturas

Salterio: viernes de la segunda semana

Oficio de Lecturas - Primer Salmo


ANTÍFONA 1 
Señor, no me castigues con cólera.



Salmo 37 - I: "Oración de un pecador en peligro de muerte"

Todos sus conocidos se mantenían a distancia (Lc 23,49)
Señor, no me corrijas con ira,
no me castigues con cólera;
tus flechas se me han clavado,
tu mano pesa sobre mí;

no hay parte ilesa en mi carne
a causa de tu furor,
no tienen descanso mis huesos
a causa de mis pecados;

mis culpas sobrepasan mi cabeza,
son un peso superior a mis fuerzas.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant: Señor, no me castigues con cólera.

Oficio de Lecturas - 11-1-2013 / Primer Salmo / el testigo fiel.org


Oficio de Lecturas - Segundo Salmo

11 de enero, feria
Salterio: viernes de la segunda semana
Oficio de Lecturas - Segundo Salmo


ANTÍFONA 2 
Señor, todas mis ansias están en tu presencia.


Salmo 37 - II

Mis llagas están podridas y supuran
por causa de mi insensatez; 
voy encorvado y encogido,
todo el día camino sombrío.

Tengo las espaldas ardiendo,
no hay parte ilesa en mi carne;
estoy agotado, deshecho del todo;
rujo con más fuerza que un león.

Señor mío, todas mis ansias están en tu presencia,
no se te ocultan mis gemidos;
siento palpitar mi corazón,
me abandonan las fuerzas,
y me falta hasta la luz de los ojos.

Mis amigos y compañeros se alejan de mí,
mis parientes se quedan a distancia;
me tienden lazos los que atentan contra mí,
los que desean mi daño me amenazan de muerte,
todo el día murmuran traiciones.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant: Señor, todas mis ansias están en tu presencia.



11 de enero, feria
Salterio: viernes de la segunda semana

Oficio de Lecturas - Tercer Salmo


ANTÍFONA 3 
Yo te confieso mi culpa, no me abandones, Señor, Dios mío.



Salmo 37 - III:

Pero yo, como un sordo, no oigo;
como un mudo, no abro la boca;
soy como uno que no oye
y no puede replicar.

En ti, Señor, espero,
y tú me escucharás, Señor, Dios mío;
esto pido: que no se alegren por mi causa,
que, cuando resbale mi pie, no canten triunfo.

Porque yo estoy a punto de caer,
y mi pena no se aparta de mí:
yo confieso mi culpa,
me aflige mi pecado.

Mis enemigos mortales son poderosos,
son muchos los que me aborrecen sin razón,
los que me pagan males por bienes,
los que me atacan cuando procuro el bien.

No me abandones, Señor;
Dios mío, no te quedes lejos;
ven aprisa a socorrerme,
Señor mío, mi salvación.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant: Yo te confieso mi culpa, no me abandones, Señor, Dios mío.





11 de enero, feria
Salterio: viernes de la segunda semana

Oficio de Lecturas - Primer Salmo
Oficio de Lecturas - Lectura bíblica y Responsorio

V/. En la Palabra había vida.
R/. Y la vida era la luz de los hombres.

El cielo nuevo y la tierra nueva
Is 65,13-25

Así dice el Señor Dios:
«Mirad: mis siervos comerán, y vosotros pasaréis hambre; mirad: mis siervos beberán, y vosotros tendréis sed; mirad: mis siervos estarán alegres, y vosotros avergonzados; mirad: mis siervos cantarán de puro contento, y vosotros gritaréis de dolor y aullaréis con el corazón desgarrado.
Legaréis vuestro nombre a mis elegidos como fórmula de imprecación. A vosotros el Señor os dará muerte, y a sus siervos les dará otro nombre. El que quiera felicitarse en el país, se felicitará por el Dios veraz, el que quiera jurar en el país, jurará por el Dios veraz; porque se olvidarán las angustias de antaño y hasta de mi vista desaparecerán.
Mirad: yo voy a crear un cielo nuevo y una tierra nueva: de lo pasado no habrá recuerdo ni vendrá pensamiento, sino que habrá gozo y alegría perpetua por lo que voy a crear. Mirad: voy a transformar a Jerusalén en alegría, y a su pueblo en gozo; me alegraré de Jerusalén y me gozaré de mi pueblo, y ya no se oirán en ella gemidos ni llantos; ya no habrá allí niños malogrados ni adultos que no colmen sus años, pues será joven el que muera a los cien años, y el que no los alcance se tendrá por maldito.
Construirán casas y las habitarán, plantarán viñas y comerán sus frutos, no construirán para que otro habite ni plantarán para que otro coma; porque los años de mi pueblo serán los de un árbol, y mis elegidos podrán gastar lo que sus manos fabriquen.
No se fatigarán en vano, no engendrarán hijos para la catástrofe, porque serán semilla bendita del Señor, y, como ellos, sus descendientes. Antes que me llamen, yo les responderé, aún estarán hablando, y los habré escuchado.
El lobo y el cordero pastarán juntos, el león con la vaca comerá paja. No harán daño ni estrago por todo mi monte santo», dice el Señor.

R/. Vi un cielo nuevo y una tierra nueva; y escuché una voz potente que decía desde el trono: «Ésta es la morada de Dios con los hombres: acampará entre ellos.»
V/. Dios enjugará las lágrimas de sus ojos, y ya no habrá muerte; porque el primer mundo ha pasado.
R/. «Ésta es la morada de Dios con los hombres: acampará entre ellos.»



11 de enero, feria
Salterio: viernes de la segunda semana

Oficio de Lecturas - Primer Salmo
Oficio de Lecturas - Lectura Patrística y Responsorio

Los misterios del bautismo del Señor
San Máximo de Turín
Sermón en la Epifanía 100,1,3
Nos refiere el texto evangélico que el Señor acudió al Jordán para bautizarse y que allí mismo quiso verse consagrado con los misterios celestiales.
Era, por tanto, lógico que después del día del nacimiento del Señor -por el mismo tiempo, aunque la cosa sucediera años después- viniera esta festividad, que pienso que debe llamarse también fiesta del nacimiento.
Pues, entonces, el Señor nació en medio de los hombres; hoy, ha renacido en virtud de los sacramentos; entonces, le dio a luz la Virgen; hoy, ha vuelto a ser engendrado por el misterio. Entonces, cuando nació como hombre, María, su madre, lo acogió en su regazo; ahora, que el misterio lo engendra, Dios Padre lo abraza con su voz y dice: Éste es mi Hijo, el amado, mi predilecto; escuchadlo. La madre acaricia al recién nacido en su blando seno; el Padre acude en ayuda de su Hijo con su piadoso testimonio; la madre se lo presenta a los Magos para que lo adoren, el Padre se lo manifiesta a las gentes para que lo veneren.
De manera que tal día como hoy el Señor Jesús vino a bautizarse y quiso que el agua bañase su santo cuerpo.
No faltará quien diga: «¿Por qué quiso bautizarse, si es santo?» Escucha. Cristo se hace bautizar, no para santificarse con el agua, sino para santificar el agua y para purificar aquella corriente con su propia purificación y mediante el contacto de su cuerpo. Pues la consagración de Cristo es la consagración completa del agua.
Y así, cuando se lava el Salvador, se purifica toda el agua necesaria para nuestro bautismo, y queda limpia la fuente, para que pueda luego administrarse a los pueblos que habían de venir a la gracia de aquel baño. Cristo, pues, se adelanta mediante su bautismo, a fin de que los pueblos cristianos vengan luego tras él con confianza.
Así es como entiendo yo el misterio: Cristo precede, de la misma manera que la columna de fuego iba delante a través del mar Rojo, para que los hijos de Israel siguieran intrépidamente su camino; y fue la primera en atravesar las aguas, para preparar la senda a los que seguían tras ella. Hecho que, como dice el Apóstol, fue un símbolo del bautismo. Y en un cierto modo aquello fue verdaderamente un bautismo, cuando la nube cubría a los israelitas y las olas les dejaban paso.
Pero todo esto lo llevó a cabo el mismo Cristo Señor que ahora actúa, quien, como entonces precedió a través del mar a los hijos de Israel en figura de columna de fuego, así ahora, mediante el bautismo, va delante de los pueblos cristianos con la columna de su cuerpo. Efectivamente, la misma columna, que entonces ofreció su resplandor a los ojos de los que la seguían, es ahora la que enciende su luz en los corazones de los creyentes: entonces, hizo posible una senda para ellos en medio de las olas del mar; ahora, corrobora sus pasos en el baño de la fe.

R/. Al ver Juan a Jesús que venía hacia él, exclamó: «Éste es el Cordero de Dios.» «Éste es el que quita el pecado del mundo.»
V/. Justificará a muchos, porque cargó con los crímenes de ellos.
R/. «Éste es el que quita el pecado del mundo.»



11 de enero, feria
Salterio: viernes de la segunda semana

Oficio de Lecturas - Final

Oremos:

Dios todopoderoso, tú que has anunciado al mundo, por medio de la estrella, el nacimiento del Salvador, manifiéstanos siempre este misterio y haz que cada día avancemos en su contemplación. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.
Amén.


(se hace la señal de la cruz mientras se dice:)

V/. Bendigamos al Señor.
R/. Demos gracias a Dios

En el rezo comunitario de ETF acostumbramos añadir:

V/. Desde la salida del sol hasta su ocaso...
R/. Bendigamos el nombre del Señor.



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